- Unido
- julio 4, 2007
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El precio de la incompetencia
OPINION
Se cumple el primer mes tras el 'hackeo' a los servidores de PlayStation Network. Semanas sin juego online, nuestros datos personales en manos de desconocidos y, para cerrar el tema, una compensación ridícula para el usuario. ¿Y ahora qué?
Por: Albert Gil Morera
¿Os acordáis de la escena del Joker en "El Caballero Oscuro" con los mafiosos, no? Sí, la ya mítica secuencia con el genial truco del lápiz. Bueno, más allá de las risas que provoca la primera aparición del genialmente interpretado maníaco personaje por el tristemente fallecido Heath Ledger en la penúltima obra maestra de Christopher Nolan, la escena nos muestra a un puñado de mafiosos que pretenden solucionar una casuística arriesgada de su negocio, pero no están a la altura de las circunstancias. Por lo tanto, piden ayuda al mejor. Pero claro, el Joker deja claro que dado que es muy bueno ofreciendo sus servicios, no lo va a hacer sin recibir nada a cambio. Para un ego crecido como el de un mafioso debe doler saber que no te las puedes apañar tu sólo y que necesitas la ayuda de terceros. Pero es eso, o seguir tragando con los ataques de Batman. "Se ha vuelto loco Albert definitivamente, se le ha ido la cabeza", estaréis pensando algunos. Bueno, ya veréis como después de exponer mi punto de vista sobre todo lo acontecido con Sony, PlayStation Network y el hackeo del pasado 20 de abril, el paralelismo de la situación que hemos vivido este último mes con esa escena de ficción, no es tan disparatado (pese a que irremediablemente se me invierten los roles de "buenos" y malos").
Dos juegos de una lista de cinco carcamales del catálogo de PlayStation 3, otros dos de una lista de cuatro seniles del de PSP y un mes gratuito de fondos de pantalla, avatares molones y 'goodies' varios (con fecha de caducidad más temprana que la de un yogur para los no-suscriptores) a través de PlayStation Plus. Sí señor, ésta es la mejor compensación que se les ha ocurrido a los altos dirigentes responsables del servicio online de Sony para PlayStation a cambio de que tus datos personales, tus contraseñas y, lo más importante, tus tarjetas de créditos, puedan estar ahora mismo en más ordenadores que el vídeo prohibido de Paris Hilton. ¡Toma ya! De verdad os lo digo, a mí llega un momento en el que me ofende que me tomen el pelo de esta manera. Cuatro caramelitos y un par de piruletas para intentar acallar las voces indignadas (vaya, qué casualidad que me salga esta palabra precisamente ahora, con la que está cayendo estos días) de los usuarios que no sólo se han tirado un mes sin poder jugar online (que pese a lo molesto que pueda llegar a resultar, al fin y al cabo es lo de menos), si no que además han visto comprometida su privacidad y, lo más importante en mi opinión, la seguridad de su dinero.
Siempre he creido que lo más importante a la hora de realizar transferencias de dinero a través de la gran red ya sea entre usuarios o realizando pagos a tiendas, grandes empresas o servicios de suscripción varios, es la garantía de seguridad de tus datos y la protección de los mismos. No nos engañemos, las personas podemos tragar con muchas injusticias en nuestras vidas, pero una de las cosas que realmente más nos enciende es que se juegue con nuestro dinero. Ese es el motivo principal por el que tanta gente, sobretodo los no habituados a esto de las compras por Internet, les cueste tanto poner su número de tarjeta de crédito en su explorador y darle al botón "Aceptar". Por norma general no se tiene ningún reparo en publicar en Facebook o Tuenti las más vergonzosas pruebas fotográficas de inmoralidades sociales, no hay miedo al darse a conocer a través de redes, foros y demás comunidades, e incluso alguno puede a llegar a creer que lo que está haciendo a través de la webcam por Messenger con su amiga/o es imposible que lo acaben viendo otros no tan benévolos ni considerados (que se lo digan al ya "e-histórico" protagonista del impagable documento "1 año juntos te amo Palomita", já!). Pero oye, ante todo, que mi dinero que no me lo toquen. Eso es, como digo, lo primordial, el principio inquebrantable, el dogma absoluto. Supongo que harían falta amplios y profundos estudios sociológicos y psicoanalíticos para entender el porqué de ese temor por el dinero por encima de otros aspectos, pero la realidad es que a día de hoy, la mayor parte de la sociedad internauta (y como digo, especialmente la más novel e inexperimentada en el e-commerce) sufre de esa legítima preocupación. Y como decía al principio de este párrafo, a mí me pasa lo mismo. La seguridad a la hora de tratar con este tipo de información, la considero vital.
Si no recuerdo mal, mi primer pago por Internet fue para importar y suscribirme posteriormente a Dark Age of Camelot, allá por el 2001. Me daba pánico (más por la bronca que me podía caer de mis padres por aquél entonces que por la olvidable y ridícula cantidad de dinero acumulado de mis primeros pinitos laborales que pudiera llegar a perder) introducir los datos de mi primera tarjeta de crédito, con apenas días de vida, primero a una tienda americana y luego a un servicio de suscripción. Pero hasta ese momento nunca había sufrido ningún ataque importante a través de internet (pese a lo mucho que se puso de moda en la época dorada del IRC la transferencia de ejecutables sospechosos de 320KB con clientes personalizados de SubSeven camuflados en su interior, ¡qué tiempos!), así que me decidí, "le eché un par", y empecé a jugar y disfrutar con esto de los MMORPG. Bendita Mythic, ojalá algún día te plantees DAoC 2. Bueno, al tema, que me desvío por culpa de mis arranques ilusionistas al nombrar determinadas franquicias.
El caso es que mi primera compra y suscripción por Internet no dio ningún tipo de problema, y por lo tanto, le cogí confianza a esto de pagar desde un ordenador. Vinieron decenas de MMORPG's distintos a mi PC, multitud de servicios de pago y casi centenares de compras gracias a las ventajas de la importación y a ese gran mercado llamado eBay, que me dio a conocer esa otra gran herramienta: PayPal. Más allá de la comodidad que me ofrecía el método de pago a través de PayPal (no difiere mucho del resto de sistemas de pagos online: un login, una contraseña, una hoja de detalles del pago y un botón de confirmación), lo que me convenció y a día de hoy aún me convence de PayPal es la seguridad que siempre me ha transmitido en todas las transacciones que he realizado. Si alguien ha intentado entrar con mi cuenta o cambiar mi contraseña, me ha avisado. Si algo que he comprado no me ha llegado, me ha devuelto el dinero. Si he sido víctima de publicidad engañosa con alguna promoción, la ha cancelado. E incluso si alguien ha conseguido hacerse con mi cuenta personal y gastarse más de 300€ en compras por la red (esto es verídico), una simple llamada al departamento correspondiente y con perfecta atención en castellano me lo ha solucionado, devolviéndome el dinero en, literalmente, minutos.
Supongo que el sistema de seguridad que ofrecía ese casi novel en esto de las suscripciones para jugar a través de Internet Dark Age of Camelot era de todo menos impenetrable. Pero claro está, estamos hablando de un servicio online que en ningún momento llegó a almacenar más de 250.000 tarjetas de crédito diferentes. A ver, entendámonos, no son pocas... pero si las comparamos con las más de 70 millones de cuentas que hay en la base de datos de Sony para el online de PlayStation, entendemos que sea mucho más apetecible hackear un servicio que otro.
¿Y qué quiero decir con esto? Pues lo mismo que dije en su momento en el MeriPodcast 4x33: llegado a un punto de popularidad, de éxito, de nombre o de imagen, no puedes bajo ningún concepto comprometer la información más preciada de tus usuarios. En otras palabras: si te llamas Sony, sabes que tu consola la van a comprar más usuarios que habitantes hay en nuestro país y que si una de tus principales bazas va a ser el juego online y las micro-compras a través de PlayStation Network, sintiéndolo mucho tu sistema de seguridad no puede tener ni una sola fisura. Ni una. Pero ojo, te llames Sony, te llames Nintendo, te llames Apple o te llames Microsoft. ¡Ui, qué casualidad que me haya venido a la cabeza el nombre de la compañía de Redmond! Tal y como argumentaba yo en ese mismo MeriPodcast, si tu no estás convencido de que tu sistema de pagos online está 100% libre y seguro de cualquier ataque externo, no te queda otra que aflojar la pasta, tragarte el ¿orgullo empresarial? y recurrir a verdaderos expertos en este terreno. Como digo, qué casualidad de que pocas semanas después de los ataques a los servidores de PlayStation Network, Microsoft anunciara que va a permitir a partir de ahora pagos en su servicio Xbox Live a través de PayPal. "Más vale prevenir que curar", habrán pensado.
No, no cabe la menor duda de que a nivel de imagen, queda mucho mejor de cara a la galería ofrecer tu propio sistema ajeno a cualquier alternativa de terceras compañías. Pero estas mega corporaciones deben entender que, si sus servidores, sus cifrados y sus cortafuegos no son infalibles (y hasta un niño se da cuenta de que almacenar TODOS los datos de cada uno de los 77 millones de usuarios en una base de datos con muchos campos sin cifrar no es el paradigma de la seguridad), deben al menos dar la oportunidad a sus usuarios de apostar por sistemas con años de experiencia a sus espaldas y con garantías en caso de cualquier problema. Insisto, PayPal no se está callada y no tarda más de una semana en comunicarme que intrusos han accedido a mi cuenta, no tarda un mes en permitirme a volver a pagar a través de su plataforma y, por supuesto, no compensa sus vergüenzas regalándome cuatro juegos caducos y un pack de fondos de pantalla. PayPal me devolvió el dinero, y punto. Ya se encargó ella de saber qué había pasado, de asegurarse que no pasara más y, por supuesto, de evitar que ese ataque a mí, como usuario final, no me afectara para nada.
Pese a haber acabado mis estudios en informática, no tengo ni la capacidad ni el conocimiento suficiente como para especializarme en la rama que profundiza y es experta en todo lo que rodea a este tipo de ataques cibernéticos. Desconozco los parámetros bajo los que estaban configurados los servidores de Sony, al igual que desconozco como lo están los de PayPal. Sin embargo, lo que sí sé es que PayPal, a fecha de hoy, no ha sufrido ningún ataque como el que ha dejado casi K.O. a PlayStation Network. Y no porque el caramelo no sea goloso: la comparación en términos de caudal económico que se mueve por minuto entre el servicio de pago de Sony y PayPal, es ridículo. No creo que hayan sido pocos los ataques que se deben haber intentado contra los servidores de la compañía, pero hasta el momento esos intentos han sido en vano. Insisto una vez más, tras el ataque al servicio de Sony, Microsoft tarda poco más de dos semanas en firmar un contrato con la antiguamente conocida como "X.com" para garantizar pagos seguros a través de su consola. Al igual que lo hace Blizzard con su World of Warcraft y sus más de 11 millones de usuarios, y del mismo modo que lo hacen hoy en día miles de juegos online (algunos, como el propio World of Warcraft, RIFT o Final Fantasy XIV, incluso con autentificadores únicos complementarios que casi me permitirían poder escribir públicamente en este artículo mi nombre de usuario y mi contraseña para cada uno de ellos, y difícilmente alguien podría acceder a mis cuentas de juego). Hay empresas pequeñas que reconocen de una forma plausible que su departamento de facturación online no está preparado para un ataque por parte de expertos, y pese a tener que pagar un porcentaje de sus ingresos a PayPal por tramitar sus suscripciones, se curan en salud ante lo que sí es a todas luces lamentable: hablando en plata, dejar con el trasero al aire a 77 millones de usuarios y darles a cambio, como indicaba al principio de este artículo de opinión, dos juegos de una lista de cinco carcamales del catálogo de PlayStation 3, otros dos de una lista de cuatro seniles del de PSP y un mes gratuito de fondos de pantalla, avatares molones y 'goodies' varios (con fecha de caducidad más temprana que la de un yogur para los no-suscriptores) a través de PlayStation Plus.
De todas formas, pese a que estamos ante una situación que a priori sólo nos afecta a nosotros como usuarios finales (al fin y al cabo, los datos que han robado son los nuestros), en realidad todos sabemos que la más afectada por todo lo sucedido es la propia Sony. La pérdida de confianza de los usuarios con respecto a sus presentes y futuros servicios de pago por internet (los móviles Xperia, NGP, la futura PlayStation 4...), es en muchos sentidos casi letal. Como sabéis, no sólo se han visto afectados los servidores que daban vida al juego online en PlayStation 3: también se han atacado los servidores que albergaban todos y cada uno de los MMORPG de SOE, que no son pocos precisamente. En un género en el que las compañías se pegan literalmente mes a mes por convencer a los jugadores a base de parches, expansiones, versiones de prueba, promociones, descuentos y demás recursos, ¿sabéis lo determinantes que pueden ser varias semanas sin servidores y el reconocimiento público de que alguien tiene una lista con todas las cuentas de todos los jugadores de todos los juegos? Si SOE ya había perdido gran parte de la confianza de la comunidad con el trato que ha dado a juegos como Star Wars Galaxies, DC Universe Online o EverQuest 2, estoy expectante por ver como se va a recuperar del varapalo que va a significar este nuevo traspiés.
En fin, que como decía, si eres una gran y reconocida compañía hay cosas con las cuales no te la puedes jugar, y bajo mi punto de vista, la primordial es el dinero de la gente. Me remito a los ejemplos que daba antes: la gente se etiqueta en mil y una fotos y aplicaciones en las redes sociales, se manda correos basura y dejan sus ordenadores abiertos a intrusiones maliciosas, pero oye, mientras no jueguen con su dinero, todo va según lo previsto. Así que aviso a navegantes: te llames Sony, te llames Microsoft, o te llames como quieras llamarte, obtén tus beneficios de donde sea y/o donde puedas, pero sobretodo, asegúrate que nadie juegue con el dinero de tus clientes. Porque si lo haces los clientes se enfadan, pierden la confianza en tí, y sin clientes no eres nadie. Y volviendo al paralelsimo inicial que había encontrado con la película de Nolan, si alguien lo hace mejor que tú, pues le pagas lo que te pida para que haga lo que quieres, y te ahorras estos dramas derivados de un problema con difícil solución alternativa. Ya lo decía el Joker: "Si eres bueno en algo, nunca lo hagas gratis".
Esta columna es una opinión personal del autor que no representa necesariamente la de MeriStation.
Fuente: meristation.
OPINION
Se cumple el primer mes tras el 'hackeo' a los servidores de PlayStation Network. Semanas sin juego online, nuestros datos personales en manos de desconocidos y, para cerrar el tema, una compensación ridícula para el usuario. ¿Y ahora qué?
Por: Albert Gil Morera
¿Os acordáis de la escena del Joker en "El Caballero Oscuro" con los mafiosos, no? Sí, la ya mítica secuencia con el genial truco del lápiz. Bueno, más allá de las risas que provoca la primera aparición del genialmente interpretado maníaco personaje por el tristemente fallecido Heath Ledger en la penúltima obra maestra de Christopher Nolan, la escena nos muestra a un puñado de mafiosos que pretenden solucionar una casuística arriesgada de su negocio, pero no están a la altura de las circunstancias. Por lo tanto, piden ayuda al mejor. Pero claro, el Joker deja claro que dado que es muy bueno ofreciendo sus servicios, no lo va a hacer sin recibir nada a cambio. Para un ego crecido como el de un mafioso debe doler saber que no te las puedes apañar tu sólo y que necesitas la ayuda de terceros. Pero es eso, o seguir tragando con los ataques de Batman. "Se ha vuelto loco Albert definitivamente, se le ha ido la cabeza", estaréis pensando algunos. Bueno, ya veréis como después de exponer mi punto de vista sobre todo lo acontecido con Sony, PlayStation Network y el hackeo del pasado 20 de abril, el paralelismo de la situación que hemos vivido este último mes con esa escena de ficción, no es tan disparatado (pese a que irremediablemente se me invierten los roles de "buenos" y malos").
Dos juegos de una lista de cinco carcamales del catálogo de PlayStation 3, otros dos de una lista de cuatro seniles del de PSP y un mes gratuito de fondos de pantalla, avatares molones y 'goodies' varios (con fecha de caducidad más temprana que la de un yogur para los no-suscriptores) a través de PlayStation Plus. Sí señor, ésta es la mejor compensación que se les ha ocurrido a los altos dirigentes responsables del servicio online de Sony para PlayStation a cambio de que tus datos personales, tus contraseñas y, lo más importante, tus tarjetas de créditos, puedan estar ahora mismo en más ordenadores que el vídeo prohibido de Paris Hilton. ¡Toma ya! De verdad os lo digo, a mí llega un momento en el que me ofende que me tomen el pelo de esta manera. Cuatro caramelitos y un par de piruletas para intentar acallar las voces indignadas (vaya, qué casualidad que me salga esta palabra precisamente ahora, con la que está cayendo estos días) de los usuarios que no sólo se han tirado un mes sin poder jugar online (que pese a lo molesto que pueda llegar a resultar, al fin y al cabo es lo de menos), si no que además han visto comprometida su privacidad y, lo más importante en mi opinión, la seguridad de su dinero.
Siempre he creido que lo más importante a la hora de realizar transferencias de dinero a través de la gran red ya sea entre usuarios o realizando pagos a tiendas, grandes empresas o servicios de suscripción varios, es la garantía de seguridad de tus datos y la protección de los mismos. No nos engañemos, las personas podemos tragar con muchas injusticias en nuestras vidas, pero una de las cosas que realmente más nos enciende es que se juegue con nuestro dinero. Ese es el motivo principal por el que tanta gente, sobretodo los no habituados a esto de las compras por Internet, les cueste tanto poner su número de tarjeta de crédito en su explorador y darle al botón "Aceptar". Por norma general no se tiene ningún reparo en publicar en Facebook o Tuenti las más vergonzosas pruebas fotográficas de inmoralidades sociales, no hay miedo al darse a conocer a través de redes, foros y demás comunidades, e incluso alguno puede a llegar a creer que lo que está haciendo a través de la webcam por Messenger con su amiga/o es imposible que lo acaben viendo otros no tan benévolos ni considerados (que se lo digan al ya "e-histórico" protagonista del impagable documento "1 año juntos te amo Palomita", já!). Pero oye, ante todo, que mi dinero que no me lo toquen. Eso es, como digo, lo primordial, el principio inquebrantable, el dogma absoluto. Supongo que harían falta amplios y profundos estudios sociológicos y psicoanalíticos para entender el porqué de ese temor por el dinero por encima de otros aspectos, pero la realidad es que a día de hoy, la mayor parte de la sociedad internauta (y como digo, especialmente la más novel e inexperimentada en el e-commerce) sufre de esa legítima preocupación. Y como decía al principio de este párrafo, a mí me pasa lo mismo. La seguridad a la hora de tratar con este tipo de información, la considero vital.
Si no recuerdo mal, mi primer pago por Internet fue para importar y suscribirme posteriormente a Dark Age of Camelot, allá por el 2001. Me daba pánico (más por la bronca que me podía caer de mis padres por aquél entonces que por la olvidable y ridícula cantidad de dinero acumulado de mis primeros pinitos laborales que pudiera llegar a perder) introducir los datos de mi primera tarjeta de crédito, con apenas días de vida, primero a una tienda americana y luego a un servicio de suscripción. Pero hasta ese momento nunca había sufrido ningún ataque importante a través de internet (pese a lo mucho que se puso de moda en la época dorada del IRC la transferencia de ejecutables sospechosos de 320KB con clientes personalizados de SubSeven camuflados en su interior, ¡qué tiempos!), así que me decidí, "le eché un par", y empecé a jugar y disfrutar con esto de los MMORPG. Bendita Mythic, ojalá algún día te plantees DAoC 2. Bueno, al tema, que me desvío por culpa de mis arranques ilusionistas al nombrar determinadas franquicias.
El caso es que mi primera compra y suscripción por Internet no dio ningún tipo de problema, y por lo tanto, le cogí confianza a esto de pagar desde un ordenador. Vinieron decenas de MMORPG's distintos a mi PC, multitud de servicios de pago y casi centenares de compras gracias a las ventajas de la importación y a ese gran mercado llamado eBay, que me dio a conocer esa otra gran herramienta: PayPal. Más allá de la comodidad que me ofrecía el método de pago a través de PayPal (no difiere mucho del resto de sistemas de pagos online: un login, una contraseña, una hoja de detalles del pago y un botón de confirmación), lo que me convenció y a día de hoy aún me convence de PayPal es la seguridad que siempre me ha transmitido en todas las transacciones que he realizado. Si alguien ha intentado entrar con mi cuenta o cambiar mi contraseña, me ha avisado. Si algo que he comprado no me ha llegado, me ha devuelto el dinero. Si he sido víctima de publicidad engañosa con alguna promoción, la ha cancelado. E incluso si alguien ha conseguido hacerse con mi cuenta personal y gastarse más de 300€ en compras por la red (esto es verídico), una simple llamada al departamento correspondiente y con perfecta atención en castellano me lo ha solucionado, devolviéndome el dinero en, literalmente, minutos.
Supongo que el sistema de seguridad que ofrecía ese casi novel en esto de las suscripciones para jugar a través de Internet Dark Age of Camelot era de todo menos impenetrable. Pero claro está, estamos hablando de un servicio online que en ningún momento llegó a almacenar más de 250.000 tarjetas de crédito diferentes. A ver, entendámonos, no son pocas... pero si las comparamos con las más de 70 millones de cuentas que hay en la base de datos de Sony para el online de PlayStation, entendemos que sea mucho más apetecible hackear un servicio que otro.
¿Y qué quiero decir con esto? Pues lo mismo que dije en su momento en el MeriPodcast 4x33: llegado a un punto de popularidad, de éxito, de nombre o de imagen, no puedes bajo ningún concepto comprometer la información más preciada de tus usuarios. En otras palabras: si te llamas Sony, sabes que tu consola la van a comprar más usuarios que habitantes hay en nuestro país y que si una de tus principales bazas va a ser el juego online y las micro-compras a través de PlayStation Network, sintiéndolo mucho tu sistema de seguridad no puede tener ni una sola fisura. Ni una. Pero ojo, te llames Sony, te llames Nintendo, te llames Apple o te llames Microsoft. ¡Ui, qué casualidad que me haya venido a la cabeza el nombre de la compañía de Redmond! Tal y como argumentaba yo en ese mismo MeriPodcast, si tu no estás convencido de que tu sistema de pagos online está 100% libre y seguro de cualquier ataque externo, no te queda otra que aflojar la pasta, tragarte el ¿orgullo empresarial? y recurrir a verdaderos expertos en este terreno. Como digo, qué casualidad de que pocas semanas después de los ataques a los servidores de PlayStation Network, Microsoft anunciara que va a permitir a partir de ahora pagos en su servicio Xbox Live a través de PayPal. "Más vale prevenir que curar", habrán pensado.
No, no cabe la menor duda de que a nivel de imagen, queda mucho mejor de cara a la galería ofrecer tu propio sistema ajeno a cualquier alternativa de terceras compañías. Pero estas mega corporaciones deben entender que, si sus servidores, sus cifrados y sus cortafuegos no son infalibles (y hasta un niño se da cuenta de que almacenar TODOS los datos de cada uno de los 77 millones de usuarios en una base de datos con muchos campos sin cifrar no es el paradigma de la seguridad), deben al menos dar la oportunidad a sus usuarios de apostar por sistemas con años de experiencia a sus espaldas y con garantías en caso de cualquier problema. Insisto, PayPal no se está callada y no tarda más de una semana en comunicarme que intrusos han accedido a mi cuenta, no tarda un mes en permitirme a volver a pagar a través de su plataforma y, por supuesto, no compensa sus vergüenzas regalándome cuatro juegos caducos y un pack de fondos de pantalla. PayPal me devolvió el dinero, y punto. Ya se encargó ella de saber qué había pasado, de asegurarse que no pasara más y, por supuesto, de evitar que ese ataque a mí, como usuario final, no me afectara para nada.
Pese a haber acabado mis estudios en informática, no tengo ni la capacidad ni el conocimiento suficiente como para especializarme en la rama que profundiza y es experta en todo lo que rodea a este tipo de ataques cibernéticos. Desconozco los parámetros bajo los que estaban configurados los servidores de Sony, al igual que desconozco como lo están los de PayPal. Sin embargo, lo que sí sé es que PayPal, a fecha de hoy, no ha sufrido ningún ataque como el que ha dejado casi K.O. a PlayStation Network. Y no porque el caramelo no sea goloso: la comparación en términos de caudal económico que se mueve por minuto entre el servicio de pago de Sony y PayPal, es ridículo. No creo que hayan sido pocos los ataques que se deben haber intentado contra los servidores de la compañía, pero hasta el momento esos intentos han sido en vano. Insisto una vez más, tras el ataque al servicio de Sony, Microsoft tarda poco más de dos semanas en firmar un contrato con la antiguamente conocida como "X.com" para garantizar pagos seguros a través de su consola. Al igual que lo hace Blizzard con su World of Warcraft y sus más de 11 millones de usuarios, y del mismo modo que lo hacen hoy en día miles de juegos online (algunos, como el propio World of Warcraft, RIFT o Final Fantasy XIV, incluso con autentificadores únicos complementarios que casi me permitirían poder escribir públicamente en este artículo mi nombre de usuario y mi contraseña para cada uno de ellos, y difícilmente alguien podría acceder a mis cuentas de juego). Hay empresas pequeñas que reconocen de una forma plausible que su departamento de facturación online no está preparado para un ataque por parte de expertos, y pese a tener que pagar un porcentaje de sus ingresos a PayPal por tramitar sus suscripciones, se curan en salud ante lo que sí es a todas luces lamentable: hablando en plata, dejar con el trasero al aire a 77 millones de usuarios y darles a cambio, como indicaba al principio de este artículo de opinión, dos juegos de una lista de cinco carcamales del catálogo de PlayStation 3, otros dos de una lista de cuatro seniles del de PSP y un mes gratuito de fondos de pantalla, avatares molones y 'goodies' varios (con fecha de caducidad más temprana que la de un yogur para los no-suscriptores) a través de PlayStation Plus.
De todas formas, pese a que estamos ante una situación que a priori sólo nos afecta a nosotros como usuarios finales (al fin y al cabo, los datos que han robado son los nuestros), en realidad todos sabemos que la más afectada por todo lo sucedido es la propia Sony. La pérdida de confianza de los usuarios con respecto a sus presentes y futuros servicios de pago por internet (los móviles Xperia, NGP, la futura PlayStation 4...), es en muchos sentidos casi letal. Como sabéis, no sólo se han visto afectados los servidores que daban vida al juego online en PlayStation 3: también se han atacado los servidores que albergaban todos y cada uno de los MMORPG de SOE, que no son pocos precisamente. En un género en el que las compañías se pegan literalmente mes a mes por convencer a los jugadores a base de parches, expansiones, versiones de prueba, promociones, descuentos y demás recursos, ¿sabéis lo determinantes que pueden ser varias semanas sin servidores y el reconocimiento público de que alguien tiene una lista con todas las cuentas de todos los jugadores de todos los juegos? Si SOE ya había perdido gran parte de la confianza de la comunidad con el trato que ha dado a juegos como Star Wars Galaxies, DC Universe Online o EverQuest 2, estoy expectante por ver como se va a recuperar del varapalo que va a significar este nuevo traspiés.
En fin, que como decía, si eres una gran y reconocida compañía hay cosas con las cuales no te la puedes jugar, y bajo mi punto de vista, la primordial es el dinero de la gente. Me remito a los ejemplos que daba antes: la gente se etiqueta en mil y una fotos y aplicaciones en las redes sociales, se manda correos basura y dejan sus ordenadores abiertos a intrusiones maliciosas, pero oye, mientras no jueguen con su dinero, todo va según lo previsto. Así que aviso a navegantes: te llames Sony, te llames Microsoft, o te llames como quieras llamarte, obtén tus beneficios de donde sea y/o donde puedas, pero sobretodo, asegúrate que nadie juegue con el dinero de tus clientes. Porque si lo haces los clientes se enfadan, pierden la confianza en tí, y sin clientes no eres nadie. Y volviendo al paralelsimo inicial que había encontrado con la película de Nolan, si alguien lo hace mejor que tú, pues le pagas lo que te pida para que haga lo que quieres, y te ahorras estos dramas derivados de un problema con difícil solución alternativa. Ya lo decía el Joker: "Si eres bueno en algo, nunca lo hagas gratis".
Esta columna es una opinión personal del autor que no representa necesariamente la de MeriStation.
Fuente: meristation.
