Análisis Sonic Forces

Tulkor

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octubre 30, 2012
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A Sonic le pesa la nostalgia. SEGA no sabe qué hacer con ella, cómo tratarla o qué envoltorio ponerle para presentársela al jugador. Tuvo que recurrir a fans como Christian “Taxman” Whitehead y Simon “Stealth” Thomley para que gestaran un Sonic Mania que ha vuelto a poner una sonrisa en la cara a miles de personas, y que permite que los más de 25 años del erizo azul se celebren como toca. Tal vez no sólo fuera cosa de ellos, sino también de la firme intención de volver sin complejos a unas 2D clásicas y trepidantes que fueron las culpables del éxito a principios de los 90. Sin embargo, el drama viene, casi como siempre, cuando las 3D aparecen, ya sean solas o acompañadas.

Sonic Forces es el enésimo intento de mirar hacia adelante y superar un pasado del que SEGA no sabe escapar al no haber dado aún en el clavo de la evolución acertada. Sonic Generations o Sonic Colors, con su mezcla de ambos estilos con las 2D y las 3D era un poco muestra de esa indecisión y duda, y esta entrega no hace más que reafirmar que los objetivos no han quedado claros a la hora de abordar el desarrollo de este título.

En el tacto de la jugabilidad y en cómo se sienten los personajes en los diferentes planos jugables es donde muchos usuarios mostrarán un rechazo inicial muy difícil de remontar en las pocas horas posteriores que dura una entrega inusualmente corta. A Sonic Forces, además, le hace un flaco favor la aparición hace unos meses del anteriormente mencionado Sonic Mania. Las fases en dos dimensiones correspondientes al Sonic clásico suponen una decepción importante si se ha llegado a jugar a aquel homenaje al erizo primigenio. Imprecisión máxima y frustración generada no por la dificultad, que es inexistente en cada rincón del juego, sino por resbaladizas condiciones de un manejo que se aleja muchísimo de lo que el puntiagudo amigo ya ha hecho y puede hacer.




Claro, cuando en los 30 cortos niveles se van alternando situaciones de este tipo con una experiencia en tres dimensiones que por momentos divierte y por otros rechina por un diseño de niveles más que cuestionable, es cuando uno ve que lo de Sonic Forces tiene difícil salvación. No acaban de encajar muy bien en este aspecto las frenéticas carreras con secuencias de salto que paran de golpe la acción para continuar esprintando sin parar. Todo esto hace que la rejugabilidad de esta entrega, que existe y puede explotarse tras 4 o 5 horas de juego, pueda ser un aspecto que se acabe desechando por el simple hecho de no encontrar un incentivo de satisfacción a todo este entramado. Únicamente los retos diarios o los marcadores en línea suponen un ligero pique que anima a volver simplemente por intentar recuperar la mejor posición de un nivel completo tras perderla a manos de otro jugador.

La persnalización de tu avatar particular es uno de los alicientes de esta entrega. La persnalización de tu avatar particular es uno de los alicientes de esta entrega.
Pero no todo es malo en Sonic Forces. La polémica inclusión de un personaje personalizable que fue tan criticada en su momento es interesante, pues añade elementos jugables que son diferentes a los del erizo azul. Siempre es una buena noticia darle la oportunidad al jugador de personalizar un avatar interactivo y darle la forma adecuada, más aún si la elección de la raza tiene consecuencias a nivel de juego, como ocurre en este caso. El gancho es una de las adiciones más interesantes a este contexto, pues además de poder desbloquear nuevos habilidades para el mismo a través de los diferentes modelos, acaba siendo la piedra angular de las carreras y combates que se llevan a cabo.

Con esto se añade una sensación de progresión que, aunque no es más que un simple espejismo, no deja de suponer un incentivo para afrontar esta nueva aventura desde otra perspectiva interactiva. SEGA se ha encargado, eso sí, de integrar al avatar creado por el usuario dentro de toda la trama, que de nuevo coloca a Eggman como ser malvado que trata poner fin a todo cuanto le rodea. A destacar de la misma la aparición de Infinite, uno de los enemigos principales que habrá que derrotar y que, al menos, cumple el objetivo de impactar en cuanto a su diseño.

Es una lástima la diferencia de calidad entre el control de las 2D de Sonic Mania y de Sonic Forces. Es una lástima la diferencia de calidad entre el control de las 2D de Sonic Mania y de Sonic Forces.
Lo que sorprende es que sea el apartado audiovisual lo que más llame la atención de una propuesta cuyo principal aliciente debería ser la jugabilidad. A los fans de Sonic les encantará ver cómo se han rediseñado a nivel estético niveles como Green Hill Zone, o cómo quedan otros que surgen claramente como resultado de inspiraciones de secciones clásicas añejas. A veces incluso da algo de pena la velocidad endiablada a la que se mueve el título sobre todo porque se desearía contemplar con más detenimiento todo lo que pasa a toda velocidad alrededor del erizo.

Se ha cuidado también el aspecto sonoro. Se nota que Sonic Forces intenta ser un producto que agrade a los más jóvenes, a esos que no jugaron a las entregas de Mega Drive, y ofrecerlo totalmente doblado al castellano es un esfuerzo loable que merece ser reconocido. De la misma forma ocurre con la banda sonora, pudiendo descubrir en este título grandes temas a los que, por desgracia, no siempre acompañan momentos álgidos de jugabilidad.

 

 
 

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